sábado, 15 de octubre de 2011

Robot Monster

Año: 1953
Título original: Robot Monster
Director: Phil Tucker
Intérpretes: George Nader, Claudia Barrett, Selena Royle, John Mylong, Gregory Moffett, Pamela Paulson, George Barrows

De qué va
Los sensores de Ro-Man XJ2, un extraterrestre del planeta Ro-Man, indican que ha arrasado con toda la vida humana de la Tierra. No queda nadie. Ha concluido su misión. Pero el Gran Guía (que tiene unos sensores mucho mejores, a pesar de estar en su planeta de origen) le informa, a través de la pantalla-comunicador, que recuerda sospechosamente a una de esas pizarras blancas, que un pequeño grupo de personas, ocho en total, ha sobrevivido. Las órdenes son localizar y acabar con todas ellas.
Cinco de esas ocho personas son la familia de un científico (que, por cierto, no tiene nombre, simplemente le llaman “profesor”, “cariño” o “papá”) que ha creado un suero, gracias al cual no pueden contraer ninguna enfermedad y que, además, es lo que les ha salvado del “rayo calcinador” de Ro-Man. Como buen científico que es, ha probado el suero con su familia (que incluye mujer y tres hijos) dándoles píldoras llenas de microbios para estudiar la efectividad del fármaco (esto lo dice el crío, no yo). Además, con unos cables que echan chispas, ha construido un chisme que les hace invisibles al extraterrestre. (Y es que los de los años 50 eran científicos y no los de ahora. En esa época un científico era un tío que podía hacerlo todo, desde curar el cáncer, hasta construir una bomba atómica o predecir, mirando una montaña, cuando iba a haber un terremoto, todo en la misma persona. Nada de especialidades. Entonces no había geólogos, zoólogos, botánicos, físicos, ni nada de eso. Había científicos.)
Otra cosa que tiene nuestra familia es una pantalla-comunicador-pizarra como la de Ro-Man (yo tampoco sé como la han conseguido, el caso es que viven en un escombral y tienen un chisme de estos) y es a través de este aparato que el alienígena se pone en contacto con ellos para decirles que si se rinden, su muerte será placentera. Si no tendrán una muerte horrenda. Evidentemente, no se rinden.
Otro de los supervivientes, Roy, también científico y amigo de la familia (sí, los ocho supervivientes se conocen, ya es casualidad) llega, no se sabe muy bien de dónde, y les informa que los otros dos supervivientes (que, en realidad, no salen en la película) van a irse a una base espacial (¿¿¿???) en un cohete que han construido (cuidado, han construido un cohete capaz de salir al espacio, ¡¡¡entre tres tíos!!!). Y entonces alguien dice… pero si despegan con el cohete, Ro-Man lo detectará… Hostia puta, pues no habíamos pensado en ello (es cierto, son capaces de hacer un cohete espacial, pero no se dan cuenta de esto). No hay tiempo de llegar, tenemos que arreglar la pizarra y comunicarnos con ellos para que no despeguen. Y a ello se ponen, pero no les da tiempo y Ro-Man destruye, con su rayo calcinador, tanto el cohete como la base espacial.
Entonces la familia decide comunicarse con Ro-Man, para pedirle, por el camino de dar pena, que les perdone la vida. Ro-Man les dice que ya es demasiado tarde, pero parece interesado por Alice, la hija mayor (y en edad de merecer) del científico (¿por qué los extraterrestres de los años 50 parecen siempre tan interesados por las tías buenas de la Tierra?).
Total, que como no puede usar su rayo calcinador para cargarse a los seis humanos que quedan, decide usar lo que él llama “la fuerza bruta”. Esto consiste, básicamente, en pasear por el campo esperando tropezarse con alguno de los humanos y utilizar la hábil técnica del estrangulamiento. La primera en probar esto es la niña pequeña de la familia (gracias Ro-Man por librarnos de tan repelente criatura). Después encuentra a Roy y Alice retozando junto a unos arbustos. Le pega una paliza al chico y se lleva a la chica, que le pone cachondo y no puede matarla, contraviniendo las órdenes del Gran Guía.
Pero los tres supervivientes que quedan (Roy ha muerto a causa de la paliza que le ha dado Ro-Man, no sin antes avisar al profesor) tienen un plan para rescatar a Alice. El niño pequeño (que, como en todas las películas ciencia ficción de la época, se llama Johnny) dejará que el extraterrestre lo atrape y lo mate, mientras los padres salvan a la agradecida chavala (lo que haría cualquier padre, vamos).
Al final, el Gran Guía, rebotado por la falta de respeto de Ro-Man, manda un rayo calcinador que lo mata, salvando así a Alice y a sus padres (¡el futuro a la humanidad está a salvo!).

Índice de cutrerío
Dicen que Plan 9 del espacio exterior, de Ed Wood, es la peor película de la historia. No estoy de acuerdo. Yo he visto, al menos, tres películas peores, a saber, Scalps, que pergeñó Fred Olen Ray en el año 1983, El planeta infernal, dirigida por Bert I. Gordon en 1955 y ésta que nos ocupa.
Ésta no es que sea mala, es que da vergüenza ajena.
Empecemos por el extraterrestre. Imaginémonos que vestimos a alguien con un disfraz de gorila, pero no un disfraz de su talla, no, cojamos mejor cinco o seis tallas más, que le cuelgue el traje. Le podemos poner también un casco como el que llevan los buzos. Y una antena de televisión encima. ¿Qué obtenemos? Ro-Man. Cuando se desplaza, lo hace a pie (su raza ha gastado todo su ingenio en los viajes interestelares y no quedó para otro tipo de aparatos) y es un descojono verle andar.
En cuanto a los decorados, bochornosos. Ro-Man vive en una cueva de la que solamente vemos la entrada, que es donde tiene su pantalla-comunicador-pizarra y una mesa ¡¡de madera!! donde tiene una serie de aparatos de apariencia igual de lamentable que el resto del decorado. Toda la acción transcurre o en la entrada de la cueva de Ro-Man, o en el vertedero donde viven los protagonistas o en pleno campo.
El guión… bueno, no creo que tuvieran guión, yo creo que se juntaban los actores y se ponían a decir chorradas mientras les grababan. Luego, en la sala de montaje (si es que había) juntaban lo que habían grabado y hala, ya tenemos película.
¿Y qué decir de los actores? A los niños los molía a palos para que no volviesen a salir en una película, pero es que los adultos no son mejores.
¿Y los efectos especiales? Madre mía. Vamos a poner un ejemplo: la escena en la que se ve la base espacial (que es como el cohete pero sin la ralla negra que tiene éste) dando vueltas alrededor de una nube, poco antes de ser destruida, se nota demasiado que es una maqueta. ¿Y por qué se nota? Pues porque se ve la mano que la sujeta. Sin palabras.
De vez en cuando salen unas imágenes de dinosaurios (en realidad un cocodrilo con una espina dorsal pegada a la espalda y unos triceratops de juguete) que no sé muy bien qué coño pintan ahí.
Sorprende la presencia en la creación de la banda sonora de Elmer Bernstein, ganador de un Oscar y con 13 nominaciones más en su haber, en uno de sus primeros trabajos. Y es que todos tenemos facturas que pagar.
Según IMDb la película costó 16.000 dólares (una ganga, recaudó un millón en Estados Unidos) que no se gastaron ni en el traje del alienígena ni en efectos especiales. A lo mejor se lo gastaron intentando convencer al cocodrilo de que era buena idea dejarse pegar la espina dorsal a la espalda.

Conclusión
Se deduce de todo lo anterior que no es una gran película… ni una película mediocre. En realidad es una mierda. Pero dura sólo una hora y disfrutas viendo lo mal hecha que está.



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